Pago de los Capellanes, la perfección perfeccionada Ancha es castilla, atravesamos sus campos solitarios, su paisaje de cerros y suaves colinas, ya en la provincia de Burgos, hasta llegar a Pago de los Capellanes. Ahí está Enrique, esperándonos junto a los nogales centenarios para dispensarnos una cálida bienvenida. Nadie como él para hacernos descubrir los secretos de los Capellanes, de su viñedo y de sus vinos. El secreto de la bodega no es otro que la calidad y el cuidado hasta en los últimos detalles. Perfeccionar lo que ya es perfecto parece ser el lema de la familia Rodero Villa. El secreto del viñedo es el
Matarromera y Emina, dos hermanas bien avenidas Matarromera y Emina, como dos caras de la misma moneda, a tiro de piedra la una de la otra, y entre medias, el monasterio de Valbuena. Una propuesta para un día redondo. Empezamos por Emina y su jardín de variedadesque nos hace soñar con finales de septiembre cuando las uvas estén maduras, ¿nos las dejarán probar? Continuamos por su museo del vino, situado en un atrio como el epicentro de una casa romana. Recorremos la historia de la Ribera y de Carlos Moro, con un ojo puesto siempre en la bodega que se ve desde lo alto y le da a Juan pie
Ramón Bilbao, el viaje empieza aquí Una larga hilera de jóvenes cipreses nos lleva hasta la bodega rodeada de viñedos. Hemos llegado a Ramón Bilbao, en Rueda. En la vinoteca nos espera Cristina para comenzar el viaje. Un viaje por media España de la mano del Grupo Zamora Company, que desde 1999 comparte la aventura iniciada en Haro en 1896. Ya ha llovido, pero el espíritu aventurero se mantiene intacto, es más, contagia. Qué tendrá la vinoteca de Ramón Bilbao que nada más entrar, te dan ganas de viajar. Viajar catando vinos. De la Rioja a Rías Baixas, pasando por La Ribera. Del elegante Lalomba rosado, que ya la botella
Carraovejas, una bodega con vistas Con vistas a Peñafiel y a su castillo, así es Carraovejas la mires por donde la mires. Vistas desde el jardín, vistas desde la terraza, desde el mirador y hasta desde las oficinas. Pero si sobrecoge por fuera, más impresiona por dentro. Al recorrido por la bodega no se le escapa detalle: la modernísima nave de elaboración con sus depósitos por gravedad, la impoluta sala de barricas con sus recovecos y sus altos en el camino para una cata de vino, el laboratorio, la terraza, el jardín, el viñedo… y como colofón, el restaurante: Ambivium. O cruce de caminos. Curioso nombre,
Alejandro Fernández, amor a primera vista Para historias de amor, la de Alejandro Fernández con el vino. Larga y tendida. Nada como una visita a las históricas bodegas de Pesquera de Duero para darse cuenta de lo unido que está este hombre a la tierra y al fruto que extrae de ella. Lisa, nuestra simpática guía, nos cuenta que no es inusual que se una a las visitas y disfrute de su compañía. Y así nos deja, mirando de reojo a la puerta por si tenemos esa suerte. Comenzamos la visita. No sorprende encontrarse allí con el lagar antiguo, con su viga, su piedra y