José y Prieto Pariente, dos bodegas en una Todo empezó en un pequeño viñedo cultivado por José Pariente, el alma pater (en este caso) del proyecto de la familia Pariente que ha llegado muy lejos de la mano de Victoria, con elegancia, como sus vinos. Cautivadas por los blancos, y sobre todo por ese dulce Apasionado del que tan buenas críticas hemos leído, nos acercamos a la bodega de Rueda, camino ya de La Seca. Nos dejamos guiar por Siri, como suena, vinculada a la familia por algo más que el trabajo. Nos presenta la línea de blancos de Rueda (de la que nos gusta hasta la
Campo Eliseo, un reducto francés en La Seca Unos acordes de guitarra española nos dan la bienvenida a la antigua casona de labranza del siglo XVII. Por un momento, creemos habernos equivocado de sitio. Pero nos cercioramos y sí, estamos en Campo Eliseo. Emmanuelle se encarga de atender a las visitas con un ritmo pausado y seguro, y con un precioso acento medio francés, medio argentino. Enseguida nos hace sentir como en casa y quisiéramos que la visita durara eternamente, alargar el momento de la cata en ese salón que invita a quedarse. Antes de disfrutar de ese ansiado momento, visitamos la nave de elaboración.
Vidal Soblechero, el Verdejo auténtico Llegamos a Vidal Soblechero, en la Seca, atraídas por las artes cetreras de Vidal. Queremos ver sus halcones sobrevolando los viñedos, pero lo que nos espera supera con creces nuestras expectativas: una clase práctica de viticultura. Junto a Vidal y su hermana Alicia, recorremos parte de las 42 hectáreas de majuelos (como gustan los secanos de llamar a los viñedos), repartidas por la Seca. Nos llevan derechas al Infierno o, si preferís, a Buenavista que con los dos nombres se conoce el pago: apenas media hectárea de canto rodado y de arena, plantada con la variedad Verdejo. Le siguen a éste más
Garciarevalo, inmersa en la Castilla rural Garciarévalo es de estas bodegas que cuanto más la conoces, más te gusta. Y no es por la bodega en sí, ni por el viñedo ni por el vino (que son de diez), ¡es por su gente!, ¡por simpática! Antonio y Manuela, que tanto montan. Y Reyes, la enóloga, entusiasta como pocas, que sin ser de la familia es como si lo fuera por las ganas que le pone. Y no me extraña, porque la dejan hacer y experimentar. Ole por una bodega familiar dinámica y atrevida. La bodega es coqueta y funcional. Se nota el trabajo de años y el
Montepedroso, una isla en la D.O. Rueda Definitivamente, la familia Martínez Bujanda tiene buen gusto, para los vinos y para las bodegas. Se intuye nada más enfilar el camino de la Morejona que lleva hasta la Finca Montepedroso, el nuevo proyecto que el grupo tiene en Rueda. Y se confirma al recibir la grata bienvenida que dispensa Belén a los visitantes. 25 hectáreas de viñedo rodean la bodega y la convierten en un remanso de paz a 750 m de altitud, en el que incluso algún zorrillo campa alegre a sus anchas. La naturaleza entra de lleno en la bodega gracias a una impresionante sala de catas acristalada que