Conde de San Cristóbal, nobleza obliga Oculta a miradas curiosas, Conde de San Cristóbal emerge como una joya escondida entre valles y suaves colinas. Rodeada de viñedo a modo de château francés, se alza una edificación entre señorial y acogedora, que invita a entrar y a perder la noción del tiempo. Una vez aquí, urge olvidarse del mundo y sumergirse en la historia. Y eso precisamente constituye su atractivo: nos encontramos en el corazón de La Ribera del Duero, pero incluso la cercana Peñafiel con su castillo se nos antoja lejana. La historia de Conde de San Cristóbal está unida a la de quien ostenta este
Pintia, el pasado vacceo del Duero La de hoy es una visita sin cata. Nos dirigimos a Padilla de Duero, a escasos kilómetros de Peñafiel y en plena Ribera del Duero, para descubrir el pasado de esta Castilla nuestra de consumidores de vino y de lechazo, de campos de cereales y de hornos de barro. Para tal fin, tenemos la suerte de contar con Carlos Sanz Mínguez que, además de profesor en el departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid y apasionado arqueólogo, es director del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg. Él y su equipo de investigadores llevan cuatro décadas escudriñando los
Kirios de Adrada, auténtica y ecológica Si tuviera que elegir un lugar para perderme, sin duda sería este. Llegamos a Adrada despacio, disfrutando del paisaje y de la vista de Haza, encaramada en su colina allá a lo lejos. Y nos encontramos con Jesús a las puertas de su bodega, Kirios de Adrada. Se define como agricultor, pero es además viticultor y bodeguero, cabrero, campesino, embajador de su tierra y gran conversador. Un hombre polifacético e inquieto que atesora el saber de muchas generaciones y lo comparte con generosidad. Nos lleva al páramo para contemplar desde lo alto la belleza del valle de Riaza y nos sumerge en
Legaris, una imponente pinacoteca Estratégicamente ubicada frente al castillo de Peñafiel y a las puertas del valle del Cuco, Legaris es como una imponente pinacoteca, en la que los cuadros constituyen el paisaje magnificado desde el interior. La visita a la bodega tiene más de lúdico que de didáctico y la verdad, se agradece. Hay paneles explicativos para quien tenga ganas de ilustrarse y además por libre. Los demás, a disfrutar de la compañía de Belén, del paisaje que ofrecen los ventanales de esta práctica bodega en forma de cruz, del jardín zen y sobre todo del wine bar. Una barra de bar
Alexander, todo contrastes La cara de un cerdo sonriente nos recibe en plena Ribera burgalesa a 900 metros de altitud. Estamos en Alexander vs the Ham Factory y nos disponemos para una visita muy poco habitual. Aquí todo son contrastes. La bodega irradia dinamismo, rebeldía y desenfado; el viñedo invita a la calma y el vino está hecho a conciencia. Como un enorme cesto entretejido en una aleación de acero, la fachada lateral de la bodega simboliza la unión entre innovación y tradición, y el vínculo de la familia Miguel-Sanz con Casa Rojo, un proyecto nacido en Jumilla que está dando la vuelta al mundo. En el precioso